Colmar la brecha de la red: cerrar la brecha de infraestructuras para la descarbonización
La transición energética mundial se encuentra en un punto de inflexión. Aunque las inversiones sin precedentes en energías renovables y electrificación han acelerado la descarbonización, existe un cuello de botella crítico que amenaza el progreso: una infraestructura de red anticuada y con financiación insuficiente. Sin redes modernizadas para conectar y distribuir energía limpia, los proyectos se enfrentan a retrasos de años, costes crecientes y una incertidumbre cada vez mayor. A medida que los gobiernos, las empresas de servicios públicos y los inversores se apresuran a cerrar esta brecha de infraestructuras, el éxito de las ambiciones de energía neta cero depende de reequilibrar los flujos de capital hacia la columna vertebral de la transición energética: las redes eléctricas.
¿Una razón fundamental? La infraestructura de red tiene dificultades para seguir el ritmo de la rápida expansión de las energías renovables. Aunque se ha invertido mucho capital en energías limpias y en la electrificación del transporte, se ha destinado mucho menos a modernizar y ampliar las redes eléctricas. Este desequilibrio se considera ahora un obstáculo importante para alcanzar los objetivos de energía neta cero.
Este artículo examina el creciente desfase entre la inversión en energías renovables y la infraestructura de red, su impacto en las conexiones a la red y cómo se posicionan los inversores en la transición energética.
Inversiones desequilibradas: El desajuste entre las energías renovables y la infraestructura de red
Hace una década, el coste nivelado de la electricidad (LCOE) -el coste medio por unidad de electricidad generada a lo largo de la vida útil de un proyecto- era un obstáculo importante para las tecnologías con bajas emisiones de carbono, como la eólica y la solar fotovoltaica (FV). Sus elevados costes las hacían inaccesibles para su adopción a gran escala. En la actualidad, la situación ha cambiado radicalmente. Los avances tecnológicos, el progreso económico y las medidas políticas de apoyo han hecho que la energía eólica y la solar fotovoltaica se conviertan en las opciones más rentables para la generación de electricidad (véase el Gráfico 1).
Gráfico 1: Coste global nivelado de la electricidad de referencia
Esta transformación ha sido una fuerza fundamental que ha impulsado la transición energética a un ritmo sin precedentes. Según el Foro Económico Mundial (FEM), en el periodo comprendido entre 2018 y 2022 se produjeron avances significativos en las iniciativas de transición energética mundial, tal y como mide su Índice de Transición Energética (IET), un índice que mide el rendimiento y la preparación de varios países para avanzar hacia un futuro energético sostenible.
Este índice, que evalúa a 120 países en función del rendimiento de su sistema energético y del entorno favorable a la transición, abarca múltiples dimensiones, como la seguridad, la equidad y la sostenibilidad de los sistemas energéticos, que reflejan la integración de las fuentes de energía renovables, las mejoras de la eficiencia energética y la asequibilidad y accesibilidad de la energía en los distintos segmentos de la población. (véase el Gráfico 2).
Gráfico 2: Impulso del Índice de Transición Energética
Porcentaje de la tasa de crecimiento anual compuesto (TCAC) a tres años (2015-2024)
Se puede observar un claro descenso del impulso de la ETI en los dos últimos años, coincidiendo con una postura más cautelosa entre los analistas, como demuestran informes recientes:
Aunque las tensiones geopolíticas, la incertidumbre económica y el endurecimiento de las políticas monetarias se citan ampliamente como obstáculos clave, un reto crítico pero a menudo pasado por alto es el desajuste de las prioridades de inversión, en concreto, el flujo desproporcionado de capital hacia las energías renovables en detrimento de las infraestructuras de red.
Las inversiones mundiales en energías renovables alcanzaron la cifra récord de 659.000 millones de dólares en 2023, más del doble que en la última década. En cambio, la inversión en infraestructuras de red ha permanecido prácticamente estancada, lo que ha ampliado la brecha entre el despliegue de nuevas energías limpias y las redes necesarias para conectarlas. Como resultado, el ratio de inversión mundial entre la infraestructura de red y las energías renovables ha cambiado bruscamente, cayendo de casi 1:1 en 2015 a sólo 0,5:1 en 2023 (véase el Gráfico 3).
Gráfico 3: Las inversiones en la red mundial se han moderado
Mientras las inversiones en renovables se disparaban
Para mantener el impulso de la transición energética es crucial colmar esta brecha en las inversiones en infraestructuras. El New Energy Outlook 2024 de BloombergNEF prevé que en 2030 serán necesarios 811.000 millones de dólares anuales de inversión en la red para integrar la creciente capacidad de energía limpia, los vehículos eléctricos y otras tecnologías bajas en carbono (véase el Gráfico 4). Esta asombrosa cifra -casi tres veces la cantidad invertida en el sector en 2023- subraya la urgente necesidad de un cambio estratégico en las prioridades de inversión.
Gráfico 4: Desviación de la inversión en la red respecto a la trayectoria cero neto
Inversión anual mundial en la red en 2023 frente a los escenarios de transición económica y cero emisiones de BNEF
Potencial estancado: cómo la falta de inversión en la red amenaza los objetivos mundiales de las energías renovables
La transición a una economía baja en carbono depende del rápido despliegue de las energías renovables. Sin embargo, un cuello de botella crítico amenaza con hacer descarrilar el progreso: la insuficiente inversión en infraestructuras de red. En todo el mundo, las redes eléctricas tienen dificultades para seguir el ritmo de la oleada de proyectos de energías renovables, lo que provoca costosos retrasos en las conexiones a la red y amenaza la viabilidad de las inversiones en energías limpias.
Un ejemplo llamativo de este reto puede verse en la fábrica de Stellantis en Ellesmere Port, una planta dedicada a la fabricación de vehículos eléctricos, donde se están instalando paneles solares para reducir las emisiones y producir un excedente de electricidad que podría ayudar a descarbonizar la red eléctrica de Gran Bretaña. Sin embargo, como muchos fabricantes, Stellantis ha sido informada por el Operador Nacional del Sistema Energético del Reino Unido (NESO) de largos retrasos en la conexión de su energía renovable in situ a la red, con una conexión improbable hasta 2035.
Este problema no es exclusivo del Reino Unido. En todo el mundo, los operadores de transmisión y distribución se ven desbordados por una avalancha de solicitudes de interconexión, que deja atascados miles de gigavatios (GW) de proyectos solares, eólicos y de baterías. Sin una mejora significativa de la red, los costes de conexión aumentan hasta niveles insostenibles, lo que hace que muchos proyectos renovables sean inviables desde el punto de vista financiero. La gravedad de la crisis se refleja en estudios de casos de tres mercados clave: Estados Unidos, Reino Unido y España.
El tiempo medio transcurrido desde la solicitud de interconexión hasta la explotación comercial es ahora de casi cinco años, lo que genera una gran incertidumbre en torno a los plazos y costes de los proyectos. Como consecuencia, las tasas de abandono de proyectos siguen siendo elevadas. A finales de 2023, solo el 20% de las solicitudes de interconexión presentadas entre 2000 y 2018 se habían completado con éxito (véase el Gráfico 6).
Gráfico 5: Solicitud anual de interconexión en número y capacidad
El gobierno británico ha reconocido el problema, declarando:
"Estamos viendo largos plazos de conexión que siguen retrasando la inversión en infraestructuras energéticas y la oportuna electrificación de la economía en general (...) es necesaria una reforma muy significativa para garantizar que la conexión a la red no sea un obstáculo para nuestros objetivos de energía limpia ni para el crecimiento económico en general".
Este extraordinario retraso pone de manifiesto las consecuencias de la falta de inversión en infraestructuras de red, que se ha convertido en uno de los principales obstáculos para las ambiciones de España en materia de energías renovables.
Gráfico 8: Capacidad de las energías renovables en cola de conexión en Europa Occidental
En resumen, la escasa inversión en infraestructuras de red es un obstáculo importante para la transición energética, que retrasa el despliegue de proyectos renovables y aumenta la incertidumbre de los promotores de proyectos en todo el mundo. En medio de estos desafíos, los inversores están recalibrando sus estrategias de inversión, señalando un cambio retrasado pero esencial en la asignación de capital.
Cambio de enfoque: Por qué la infraestructura de red se perfila como la joya oculta de la transición energética
A pesar de los miles de millones de fondos de estímulo ecológico, la confianza de los inversores en los sectores de energías limpias se ha deteriorado. Por término medio, los hedge funds tienen ahora más posiciones cortas que largas en sectores como las baterías, la energía solar, los vehículos eléctricos y el hidrógeno (véase el Gráfico 9). El optimismo que una vez impulsó las rápidas inversiones climáticas se está desvaneciendo a medida que los inversores se enfrentan a la realidad de que muchos de estos proyectos pueden no ofrecer los rápidos rendimientos que una vez se anticiparon.
En medio del pesimismo generalizado del mercado, las infraestructuras de red y los equipos eléctricos se han convertido en las apuestas favoritas de los hedge funds. Albert Chu, gestor de carteras de Man Group Plc -el mayor gestor de hedge funds del mundo que cotiza en bolsa, con casi 180.000 millones de dólares en activos- considera que el sectores "uno de los mayores conjuntos de oportunidades mal valorados" debido a años de infrainversión estructural.
Las infraestructuras de red se presentan como una forma poco frecuente de exponerse a la transición energética, eludiendo al mismo tiempo los riesgos de las guerras arancelarias y los problemas de exceso de oferta que han tensado las relaciones entre China, Estados Unidos y Europa. Este atractivo estratégico está suscitando un mayor interés entre los inversores, especialmente entre aquellos que buscan rendimientos más estables en el espacio de la transición energética.
Mientras que el S&P Global Clean Energy Index se ha enfrentado a un fuerte descenso, el NASDAQ OMX Clean Energy Smart Grid Infrastructure Index ha mostrado una notable resistencia. En 2024, el índice de infraestructura de red subió casi un 14%, lo que contrasta fuertemente con la caída del -27% del S&P Global Clean Energy Index. Esta divergencia refleja un cambio más amplio hacia la infraestructura de red, reforzando su papel como pilar fundamental de la transición energética (véase el Gráfico 10).
Gráfico 10: Índice S&P Global Clean Energy e Índice NASDAQ OMX Clean Edge Smart Grid Infrastructure
Fuente: Datos Bloomberg
Las infraestructuras de red han surgido como una inversión resistente y atractiva dentro de la transición energética, ofreciendo un fuerte potencial de crecimiento en medio de las luchas más amplias del sector de las energías limpias. Su papel en la integración de las energías renovables ha despertado un gran interés entre los inversores.
Conclusiones: La clave del éxito de la transición energética
La transición energética mundial se encuentra en una encrucijada crítica: la falta de inversión en infraestructuras de red amenaza el ritmo de despliegue de las energías renovables. Aunque la inversión en energías renovables se ha disparado, la insuficiente capacidad de la red se ha convertido en un cuello de botella que retrasa el despliegue e infla los costes de conexión en todo el mundo.
Sin embargo, este reto presenta una importante oportunidad. La infraestructura de red es un pilar esencial, aunque infravalorado, de la transición energética, que ofrece a los inversores exposición al crecimiento de las energías limpias, al tiempo que mitiga los riesgos geopolíticos y de la cadena de suministro vinculados a las energías renovables. Reequilibrar las prioridades de inversión hacia la infraestructura de red es esencial para desbloquear un sistema energético sostenible, resistente y eficiente.
Sobre el autor
Colin Tang es el Director de Inversiones de Corinex, donde aprovecha su amplia experiencia en finanzas para impulsar la estrategia de inversión y el rendimiento de la cartera de la empresa. Con un historial probado de identificación y capitalización de oportunidades de inversión, Colin desempeña un papel crucial en el apoyo a los objetivos financieros y el crecimiento de Corinex.
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