Según el último informe publicado por la Agencia Internacional de la Energía (AIE), la inversión en redes eléctricas experimentó un aumento significativo del 6% en 2021, con los países desarrollados aumentando sus inversiones para facilitar y fomentar el uso de la electricidad para edificios, industrias y transporte, así como para dar cabida a la variabilidad de las fuentes de energía renovables en el sistema eléctrico. Aunque se ha producido una cierta recuperación económica tras las perturbaciones causadas por la pandemia de Covid-19, sigue siendo necesario duplicar con creces la inversión en redes inteligentes de aquí a 2030 para ajustarse al escenario de emisiones netas cero para 2050. Esto es especialmente importante para los mercados emergentes y las economías en desarrollo.
El informe explica que las redes inteligentes son cruciales para la seguridad y fiabilidad de los sistemas eléctricos y están llamadas a acaparar una parte cada vez mayor de la inversión en el sector eléctrico en reconocimiento de su papel en el apoyo a los sistemas eléctricos modernos y las transiciones hacia energías limpias. Sin embargo, algunas regiones se enfrentan a tensiones y presiones en sus sistemas eléctricos debido al crecimiento más rápido de las energías renovables variables y la electrificación que la construcción de redes inteligentes. Esto ha provocado frecuentes sobrecargas de la red, restricciones de las energías renovables y limitaciones en el acceso a la electricidad. Los largos periodos de planificación de la red y de obtención de permisos también están provocando una capacidad de transmisión insuficiente, lo que se traduce en mayores costes de reducción y redistribución de las energías renovables.
El informe explica que las redes inteligentes son cruciales para la seguridad y fiabilidad de los sistemas eléctricos y están llamadas a acaparar una parte cada vez mayor de la inversión en el sector eléctrico en reconocimiento de su papel en el apoyo a los sistemas eléctricos modernos y las transiciones hacia energías limpias. Sin embargo, algunas regiones se enfrentan a tensiones y presiones en sus sistemas eléctricos debido al crecimiento más rápido de las energías renovables variables y la electrificación que la construcción de redes inteligentes. Esto ha provocado frecuentes sobrecargas de la red, restricciones de las energías renovables y limitaciones en el acceso a la electricidad. Los largos periodos de planificación de la red y de obtención de permisos también están provocando una capacidad de transmisión insuficiente, lo que se traduce en mayores costes de reducción y redistribución de las energías renovables.
Según el informe, alrededor del 75% de la inversión en infraestructura digital se dedica al sector de la distribución, que incluye el despliegue de contadores inteligentes y la automatización de diversos elementos mediante sensores y dispositivos de supervisión. La inversión digital en distribución también abarca los gemelos digitales de la red y alternativas como los servicios de flexibilidad y los sistemas de almacenamiento autónomo distribuido. Por último, la inversión en infraestructuras de recarga pública de vehículos eléctricos aumentó más de un 20 % en 2021, pero sigue representando menos del 5 % de la inversión total en distribución.
Por último, pero no por ello menos importante, el informe aborda la necesidad de que las empresas eléctricas desarrollen resiliencia frente a peligros potenciales como fenómenos meteorológicos extremos, incendios forestales y riesgos de ciberseguridad. Esto puede lograrse con medidas como servicios de predicción meteorológica, despliegue de sensores y evaluaciones de riesgos de ciberseguridad. Además, los operadores de redes eléctricas deben centrarse en alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU reduciendo el uso de materias primas, adoptando materiales sostenibles, aplicando soluciones circulares para los activos de red desmantelados y protegiendo la biodiversidad. Estas medidas pueden reducir la huella medioambiental y aumentar la seguridad, especialmente en el contexto de unos recursos minerales escasos y geográficamente concentrados.
Por último, pero no por ello menos importante, el informe aborda la necesidad de que las empresas eléctricas desarrollen resiliencia frente a peligros potenciales como fenómenos meteorológicos extremos, incendios forestales y riesgos de ciberseguridad. Esto puede lograrse con medidas como servicios de predicción meteorológica, despliegue de sensores y evaluaciones de riesgos de ciberseguridad. Además, los operadores de redes eléctricas deben centrarse en alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU reduciendo el uso de materias primas, adoptando materiales sostenibles, aplicando soluciones circulares para los activos de red desmantelados y protegiendo la biodiversidad. Estas medidas pueden reducir la huella medioambiental y aumentar la seguridad, especialmente en el contexto de unos recursos minerales escasos y geográficamente concentrados.